Durante la guerra civil española,
Madrid se convirtió en símbolo internacional de resistencia contra
el fascismo. El lema "No pasarán!" dio la vuelta al
mundo.
Desde la sublevación militar del 18 de
julio de 1936, y su fracaso en la ciudad de Madrid, su toma se
convirtió en objetivo prioritario para los golpistas por su altísimo
poder estratégico y simbólico.
Comenzó un duro acoso a la capital,
primero desde el norte (general Mola), y más tarde también desde el
sur y el este (generales Varela y Yagüe).
Por más que lo intentaban, los
continuos embites de las tropas sublevadas eran repelidos por las
columnas republicanas con el apoyo de las brigadas internacionales y
el armamento soviético.
A pesar de los continuos bombardeos que
sufrío la capital, y de los estragos ocasionados por los bombarderos
Junker nazis (y protegidos por los Fiat enviados por la Italia
fascista de Mussolini), el frente se estabilizó y el bando nacional
comenzó un duro asedio que no terminó hasta la rendición de Madrid
el 28 de marzo de 1939.
Hoy, 73 años después podemos decir
que pasaron. ...Y vaya si pasaron.
Desde la llegada de la democracia, las
fuerzas vivas del movimiento, los nostálgicos fascistas y los
autoproclamados patriotas han
visto su actividad política y social reducida a un papel residual,
repudiados oficialmente por los partidos democráticos
e ignorados por la inmensa mayoría de la sociedad española.
La actitud de
algunos partidos políticos (como el PP) a los
que se acusa de actuar cínicamente respecto a la falange y otras organizaciones de la extrema derecha (repudiándoles en
público pero reconociéndoles en privado) es la de beneficiarse de la
existencia de una extrema derecha radical que amplía el espectro
político por ese lado, colocándoles a ojos de la opinión pública
en posiciones moderadas y centristas. Además en la práctica quienes profesan ideas
ultraderechistas consideran más útil dar su voto al PP.
En los
últimos meses, y con la excusa del repunte dramático de la crisis
económica, estoy asistiendo perplejo a la impunidad con la que se
desenvuelven dichos grupos radicales en Madrid. Con eslóganes tan
simplistas como populistas, acusan a los inmigrantes y a los
separatistas vascos y
catalanes de la penosa situación en la que nos encontramos.
No dudan en
empapelar Madrid con carteles y pegatinas que bajo el eslogan de
Vuelva General, exponen el busto del dictador Franco. Convocan
manifestaciones bajo el lema "El problema es la democracia",
incluyen símbolos inconstitucionales como el águila de San Juan o
el yugo y las flechas falangistas. No tienen inconveniente en
convocar actos de homenaje al dictador Francisco Franco sin que las
autoridades democráticas tomen cartas en el asunto (hay que decir
que gracias a la presión popular han tenido que suspender algunos
actos de este tipo), y convocar manifestaciones y actos contra la
constitución.
Mientras
las leyes reprimen duramente la apología del terrorismo, y detienen
e ilegalizan a organizaciones y personas bajo tal acusación
(http://www.publico.es/culturas/399868/detenido-el-rapero-pablo-hasel-por-presunta-apologia-del-terrorismo),
y grupos musicales y artistas son vetados por similares acusaciones,
las organizaciones fascistas y neonazis pueden inundar Madrid con su
propaganda sin sufrir sanción alguna.
Siendo malpensado
podría llegar a la conclusión de que el gobierno del PP hace la
vista gorda porque en el fondo no están en desacuerdo con ellos.
También podemos darle la vuelta al razonamiento y pensar que les
ignoran para no darles publicidad.
A mí personalmente
lo que más me sorprende e indigna es descubrir que el tablón de
anuncios predilecto para su propaganda son los escaparates de las
entidades bancarias. Si nos damos un paseo por casi cualquier barrio
de Madrid podemos encontrar los cristales de todos los bancos
atiborrados de carteles y pegatinas, que pasan allí días e incluso
semanas sin que sean retirados.
Cualquier
ciudadano que alguna vez en su vida haya salido a hacer una pegada de
carteles por las calles se ha dado cuenta de que no duran más de
unas horas. Ya sea por medio del servicio municipal de limpieza o las
contratas de limpieza privadas de las entidades financieras, los
carteles políticos no resisten más de un día o dos. En cambio, los
carteles y pegatinas como los expuestos en las fotografías, pasan
semanas pegados en los escaparates antes de ser arrancados (a menudo
por los propios ciudadanos).
Y yo me pregunto.
¿Será que los bancos al reducir gastos ya no pueden permitirse el servicio de limpieza?
Más bien me veo
inclinado a pensar que hoy, como ayer, los bancos se sienten más
seguro bajo un régimen autoritario de extrema derecha, que ante una
democracia que pueda sancionar sus desmanes (que es lo que piden los movimientos sociales).
La
banca española e internacional apoyó el ascenso de las dictaduras
en España, Italia, Alemania, etc. En España el banquero Joan March
fue uno de los principales patrocinadores del golpe y quien pagó el
alquiler del avión Dragon Rapide que trasladó a Franco desde las
islas Canarias hasta el norte de África para reunirse con sus
ejércitos.
La dejación de
funciones por parte de la justicia y el gobierno, sumada a la
complicidad de la banca, puede dar lugar a situaciones poco
deseables.
Aunque
aparentemente el peligro de éstos extremistas es bajo, en épocas de
crisis una parte de la pobación más castigada (proveniente en parte
de los estratos económico-sociales y culturales bajos) puede verse
seducida por el simplismo fascista. Necesitamos chivos expiatorios, y
ellos nos ofrecen a los inmigrantes y separatistas en bandeja
de plata.
Vemos
cómo en Grecia el partido neonazi Amanecer Dorado sería la tercera
fuerza política según los sondeos. Vemos cómo en Francia el Frente
Popular de Marine Le Pen consiguió el 18% de los votos en las
últimas elecciones, el partido Jobbik logró un importante apoyo en
Hungría, el afianzamiento de la ultraderecha en Polonia y el
crecimiento en países como Suecia, Suiza y Noruega.
En
España los partidos de extrema derecha, como España 2000,
Democracia Nacional, Falange (en sus diferentes vertientes) o el MSR,
consiguen muy pocos votos. Sólo Plataforma per Catalunya ha logrado
éxito electoral al situarse como sexta fuerza política en Cataluña. Eso sucede porque hasta ahora el voto derechista va a parar al PP, pero... ¿Qué pasará cuando los obreros de derechas se harten de las mentiras del partido de la gaviota?
En
momentos de crisis la ciudadanía deja de confiar en los partidos
tradicionales y tiende a inclinarse hacia opciones más radicales. Lo
natural sería que se inclinasen hacia la izquierda, como de hecho
ocurre; pero también pueden hacerlo hacia la derecha debido a que
sus discursos populistas pueden llegar a convencer a quienes no
disponen de formación e información suficiente.
Las fotos que adjunto fueron tomadas durante un breve paseo por el barrio de Salamanca. Supongo que es donde más concentración hay, ya que entiendo que a las juventudes patrióticas les da pereza alejarse mucho de casa.
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