Hace ya muchos años, cuando era adolescente y estaba descubriendo el mundo de los libros, solía pasar las tardes en la biblioteca de la Calle Azcona, en Madrid. Me perdía por los pasillos llenos de libros, que todavía eran un misterio para mí. Buscaba a Tolkien y a su lado se encontraba un tal Tolstoi, que olía a viejo y sabía que algún día lo leería; todavía no era el momento, pero me gustaba que estuviera allí.
Miraba todos los libros, ojeaba el prólogo, observaba las portadas y cada uno me decía algo. Me transmitían una actitud, y siempre había 2 o tres que acababan viniéndose conmigo a casa. Siempre los más raros, los más irreverentes, los más críticos.
Cierta tarde di con un libro que se llamaba "El Club de los Negocios Raros", de un tal C.K. Chesterton. La editorial era Valdemar, y se habían currado bastante la edición que a pesar de ser de bolsillo transmitía un ambiente extrañamente inglés, con un aire misterioso, envuelto con una niebla que solo deja entrever a los personajes, donde cada uno puede resultar más excéntrico que el anterior. Esa fue mi primera experiencia con Chesterton. Y no me defraudó.
Desde entonces he leído unos cuantos libros más del orondo y bonachón inglés, como El Hombre Vivo, El Hombre que fue Jueves, El Regreso de Don Quijote... Pero hubo uno que no conseguí leer hasta hace poco tiempo, y que llevaba años tratando de adquirir. Un libro que vi recomendado en la reseña literaria de un fanzine Hardcore Punkarra (sí, hay punks que leen). Se trata de "La Taberna Errante". Hablaban de él como un libro revolucionario, desobediente, transgresor. El mejor libro de Chesterton. Había que leerselo.
Y me propuse la misión de conseguir ese libro. Pero no resultó fácil. De hecho me ha llevado años. En cada biblioteca lo buscaba, pero en ninguna lo tenían.En las librerías muchos dependientes ni siquiera habían oído hablar de él. ¿Acaso iba a ser ese el libro maldito de Gilbert Keith? ¿Era un complot destinado a silenciar un mensaje que podría suponer la desaparición del mundo tal como lo conocemos? Algo extraño estaba sucediendo, y para un jovenzuelo como yo se convirtió en un libro de culto. Un objeto de deseo. Tampoco conocía a ninguna persona que lo hubiese leído, por lo que quedó sólo para mí, como un anhelo que no podía compartir con nadie.
Finalmente conseguí el libro. O mejor dicho me lo consiguieron. En la librería Literanta, editado por acuarela. La misma edición que la foto del post. No lo podía creer. ¡Después de tantos años! Marché a casa impaciente por leerlo, aunque con tanto respeto que tardé dos días en ponerme a la labor. No iba a desperdiciar algo tan importante leyendolo malamente, en el avión o estando cansado después del trabajo (todavía trabajaba en aquel entonces, no había conocido al Príncipe Vagabundo). Necesitaba estar tranquilo, con tiempo por delante para disfrutar de lo que tenía entre las manos.
Y por supuesto, el libro me decepcionó. Al menos al principio. ¡Cómo no iba a desilusionar si tenía tantísimas expectativas en ello! ¡Años de idealizar un texto hasta el punto de casi sacralizarlo! Pero eso solo sucedió al principio.
Tras leerlo de cabo a rabo me di cuenta de que no era más que una fábula. No demasiado bien escrita. Dos personajes extraños y excéntricos, que están dibujados a grandes trazos, como si no fuesen más que bocetos, pero que representan la transgresión del orden aristocrático inglés.
Lo grande está por debajo. Como si fuera una novela simbolista. A primera vista ves manchas, pero ¿Qué representa cada mancha? Ahí reside su grandeza. Su poder. Su peligro.
Y por eso lo elegí para dar nombre a nuestro programa. Quién no se habrá dado cuenta todavía? La Chabola Errante es un homenaje a La Taberna Errante. No seremos el mejor programa de la radio, ni los más profesionales, ni nos escucharán miles de personas. Pero estamos ahí, medio ocultos, difíciles de encontrar, pero vivos y dispuestos a compartir una actitud frente a la ley y el orden como la que manifiestan los dos vagabundos de la novela de Chesterton.
Precisamente quiero hablar hoy de La Taberna Errante porque en el próximo programa de La Chabola vamos a tratar el tema de la desobediencia civil. De rebelarse ante una ley absurda e injusta.
En Inglaterra sacan una ley que prohíbe las tabernas. Entonces los dos protagonistas agarran el último barril de ron junto con un gran queso (a nadie le gusta beber a palo seco) y recorren el país montando una taberna en cada lugar donde se detienen, produciendo situaciones cómicas, contraponiendo la alegría que provoca la taberna errante entre la gente con la hipócrita abstinencia de las autoridades, que tratan de acabar con ellos sacando nuevas leyes para evitar los vacíos legales que en ocasiones amparan a los proscritos taberneros.
Lean la novela, se lo vamos a poner fácil. Aquí la tienen en PDF (PINCHA), aunque les recomendamos encarecidamente que traten de conseguirla en papel, es mucho mejor.
Después de leer La Taberna Errante siente uno ganas de rebelarse contra los gobernantes opresores que sólo gobiernan para los suyos, dejando al vulgo cual rebaño de ovejas que les proporcionan vía impuestos leche, lana y carne, pero cómo hombre domesticado que soy enciendo la tele, veo el fútbol, abro una cerveza, luego otra y cuando estoy cansado me acuesto en una confortable cama, y se acabó la revolución.
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