Jodido poeta maldito, lunático inquilino de los abismos.
Frecuentaste los vicios y padeciste las más grandes miserias humanas.
Así, mediante tu exclusión de la sociedad, quisiste situarte por encima de ella.
¿Quién quiere ser triunfador en un mundo en el que el mediocre es adulado, el poderoso encumbrado a las cimas del arte, y la muerte venció hace rato su duelo a la inteligencia?
Maldito Baudelaire, tú lo sabías. Pero cometiste un error. Menospreciaste a tu enemigo.
Palmaste.
Ahora El Corte Inglés vende tus libros a los turistas. El suplemento cultural de El Mundo recomienda una antología de tus textos con motivo de algún absurdo aniversario.
Fracasaste, amigo Charles. A pesar de haberte esforzado en vida por ser repugnante para ellos, tras tu muerte te reconocen.
¡Revuelvete en tu tumba, poeta traicionado!
Has triunfado en el mundo de los ciegos.
Las nuevas generaciones conocerán tu nombre, pero sólo como reclamo turístico del París bohemio. Inocuo, purgado, sin peligro.
El Príncipe Vagabundo lo sabe, y algo ha aprendido de ti. A él no le pillarán, porque cuando desaparezca no dejará absolutamente ninguna palabra que pueda ser utilizada en su contra.
¡Qué feliz es aquel que no tiene nada!
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