martes, 7 de diciembre de 2010

PRÓXIMO PROGRAMA: INDIVIDUO VS MASA

       Dicen que Ortega y Gasset era un fascista. Se le acusó de apoyar la dictadura de Franco, y aun hoy ha pasado a la historia como un pensador reaccionario, machista, despótico.
       Pero no es así. Ortega fue un librepensador, y esa extraña categoría de personas no puede inscribirse en ningún bando, sencillamente porque no admiten dogmas.
       Los más valiosos dentro de nuestra especie suelen quedarse aislados, en un limbo espacial entre las derechas y las izquierdas. Vilipendiados o aclamados según apoyen el dogma o lo ataquen.
      Ortega se decantó en un momento dado por Franco, aunque eso no termina de ser del todo cierto. Más bien habría que decir que apoyó el levantamiento del 18 de julio en un afán por poner orden.
       A Ortega le aberraban las masas que durante la república trataban de erigirse como conductores del destino del país. De hecho en uno de sus libros más famosos, “La rebelión de las masas”, disecciona éste fenómeno por el cual millones de personas ignorantes y embrutecidas se negaban a aceptar un orden. Todos querían tener el mismo derecho a opinar y a decidir, independientemente de lo capacitado que cada uno estuviera para ello. ¿Significa eso que Ortega no creía en la democracia? No lo creo. Más bien no creía en las masas descontroladas. Y yo tampoco creo en ellas.
       La democracia puede ser un buen sistema de gobierno, pero para que se desarrolle plenamente hay que fomentar una serie de circunstancias. La primera de ellas es que si el pueblo es soberano, tiene que estar informado correctamente de los asuntos que le afectan, y no desinformado y manipulado por los medios de comunicación. En segundo lugar y si cabe más importante, el pueblo soberano debe estar interesado en ejercer dicha soberanía. Tiene que estar formado o dispuesto a hacerlo. Debe tener la voluntad y la posibilidad de emplear tiempo y esfuerzo en la gestión de la res pública.
La España del 36 era una España embrutecida, demasiado controlada por la iglesia, que tenía el monopolio de la educación.
       Existía un parte de la población que deseaba con todas sus fuerzas salir de aquella situación. Sobre todo obreros que querían formarse y burgueses liberales que deseaban ayudarles a emanciparse. Las escuelas laicas, los ateneos, los círculos culturales obreros llevaban años haciendo un gran esfuerzo por sacar a las masas trabajadoras de la ignorancia. Les estaban enseñando a leer y escribir y a abandonar el dogma irracional eclesiástico para sustituirlo por las nuevas corrientes de pensamiento racional como era por ejemplo el evolucionismo de Darwin. El camino era el adecuado, pero no dio tiempo a recorrerlo.

       En 2010, a las puertas ya de 2011 hay muy poca gente en España que no sepa leer y escribir, pero el analfabetismo clásico se ha sustituído por un nuevo tipo que se llama analfabetismo funcional. Es decir, que se puede leer un texto pero no se es capaz de asimilar lo que el texto significa. Tenemos universitarios que no saben nada de nada. Tenemos bibliotecas llenas de libros que nadie tiene interés en leer.
Yo, como Ortega, tampoco quiero que las masas ignorantes y embrutecidas dirijan mi destino. No me llaméis reaccionario, o hacedlo si queréis, pero por lo menos voy a explicarme. Haced la prueba vosotros mismos. Id un domingo por la tarde al festival park, o a cualquier centro comercial de cualquier ciudad. Os encontraréis a multitudes adocenadas que no son capaces ni siquiera de decidir qué película quieren ir a ver al cine. Me diréis con mucha razón que esa gente en realidad no decide nada porque la democracia es mentira y al final los políticos y sus accionistas son los que parten el bacalao a su antojo. De acuerdo, pero los millones de hombres masa lo avalan. Votan en las elecciones y se mantienen sumisos sin hacer nada para que un sistema absurdo e injusto pueda cambiar. Dan legitimidad a los gobernantes, y durante los siguientes cuatro años pierden todo interés en participar de la política.

       Volviendo al caso de Ortega, hay que decir en su defensa que tuvo un gesto que solo puede estar a la altura de un espíritu muy elevado. Tras apoyar el golpe y Franco ganar la guerra, Ortega queda situado como filósofo del régimen, como una especie de Fernando Savater actual. Alguien que se llevaría los laureles y los premios, que publicaría sin parar, etc etc. Pero en cambio, viendo la barbarie que Franco estaba haciendo. Viendo que el régimen se aliaba con la iglesia más rancia y que no iba a sacar al país de la barbarie sino todo lo contrario, no dudó en retirarle su apoyo. Y lo hizo públicamente. Admitió que se había equivocado apoyando a Franco, con las consecuencias que eso tuvo.

       Hoy hablamos de Ortega porque en el próximo programa de LA Chabola Errante vamos a tratar el tema de las masas, desde un punto de vista psicológico y social, para poner al descubierto lo fácil que es manipularlas y lo que cambia un hombre o una mujer cuando pasa de ser un individuo a formar parte de una masa. Ortega será unos de los personajes que nos ayudarán a hacerlo.

1 comentario:

  1. yo recomiendo este documental para... pues por ejemplo, un punto de vista más arcaico.

    http://www.documentales.es/naturaleza-animales/la-inteligencia-de-las-masas/

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