miércoles, 23 de marzo de 2011

Me he apuntado a un club de lectura 2; saliendo del pozo

     Si has leído el post anterior, te preguntarás qué carajo tiene que ver el título con el contenido del texto. Te lo voy a aclarar.

    No me he apuntado a un club de lectura, sino a dos. Voy a uno los martes y al otro los miércoles. Ambos saben de la existencia del “otro”, así que no siento estar poniendo los cuernos a ninguno de los dos.

      Llegado al punto de soledad y desesperación en el que me dejé a mí mismo al final del anterior post, decidí empezar a hacer algo con mi vida. El primer requisito indispensable era abandonar el consumo de alcohol y estupefacientes. Limpiar la guarida y seguir el consejo que insistentemente me había dado mi madre hasta que dejó de hablarme. Pon en orden lo de fuera y se reflejará en tu interior. Así que manos a la obra.
      Siempre he pensado que la voluntad lo puede todo, y que cuando no logras llevar a cabo tu objetivo es porque no lo quieres de verdad. Puedes desear algo, creer que estás convencido de ello, pero en la realidad sólo lo estás en una capa superficial. En esos casos, serás presa de múltiples contradicciones y luchas internas, ya que la parte de la que eres consciente quiere caminar hacia una dirección mientras que las capas inconscientes (múltiples partes de tu personalidad que te influyen sin que lo sospeches) luchan por correr en sentido contrario.
      Al verme solo, rodeado de basura, botellas de vino vacías y restos de comida putrefacta por doquier... Atrapado en una espiral de autodestrucción que ya no podía llevarme a un punto más bajo, perdí el miedo a mí mismo. Es lo que se llama tocar fondo, no tener nada que perder. Y allí me encontré. Podría decir que me iluminé. Pasé varios días sin comer, porque ya ni siquiera me sentía capaz de salir de casa. Me compadecía de mí mismo y pasé días llorando como no lo hacía desde que era pequeño. Fue un llanto sincero, desgarrador, que muy al contrario de dejarme hundido y sin energía me dio una fuerza extraordinaria para salir del pozo que durante años me había estado cavando. Quedé tirado en el suelo del salón, extenuado, sin fuerzas ni para levantarme. No puedo decir cuánto tiempo pasé en ese estado como de letargo. Creo que fue mucho. Mi mente estaba tranquila, durante todo ese rato no me pasaron pensamientos por la cabeza. Estaba despierto, eso lo sé, pero de una manera extraña.

      Como si hubiera un resorte instalado al fondo, cuando lo alcancé en mi caída libre me disparó hacia arriba con más fuerza todavía. Puse a todos los fragmentos de mi personalidad en fila y me dispuse a pasar revista. Sin juzgar a ninguno de ellos pero observándoles bien para saber quién es cada uno, qué puede aportarme y cuales son sus necesidades. Todos los yo quedaron satisfechos y convencidos del camino que tenemos que seguir. Y en eso estamos.
      He decidido sinceramente caminar, hacer, conocerme, vivir, actuar.
Por eso no me ha costado ningún esfuerzo dejar de beber y de fumar. Ni siquiera le concedo a eso mérito alguno, ya que no me ha supuesto esfuerzo y según una máxima chejardiana, no tiene mérito alguno superar un problema en el que tú mismo te has metido.

      El primer paso fue limpiar mi guarida. Pasé tres días completos sacando bolsas de basura y trastos inservibles, fregando a fondo cada una de las habitaciones (vivo en un viejo y enorme piso del casco antiguo con renta barata y que dicho sea de paso llevo varios meses sin pagar), y así se me pasaron sin darme cuenta los días de dependencia física. No pensé en fumar ni en beber. Llegaba a la noche tan agotado que me quedaba dormido inmediatamente, y al despertar a la mañana siguiente, me sorprendía al encontrarme la casa en un estado bastante aceptable. La actividad frenética de los días de limpieza me ayudó a coger una dinámica que me vendrá de perlas para enfrentarme a los retos de mi nueva vida.
      En tres días la casa estuvo limpia, y pude salir a la calle, bien afeitado, aseado y con ropa limpia por primera vez desde que recuerdo ( el abuso de la marihuana me ha destrozado la memoria a medio y corto plazo). Caminé por las calles con la cabeza alta, sin vergüenza, sin sentirme inferior al resto de transeúntes con los que me cruzaba. ¡Cómo cambia el mundo dependiendo de la actitud con que lo mires! Ahora todo se me presentaba como fuente de oportunidades. Veía la belleza en cosas que hasta hacía una semana me habían parecido grotescas. Caminé hasta la catedral y me quedé allí un buen rato contemplando el horizonte. Tranquilo, respirando profundamente el fétido olor que emanaba del estanque del Parque del Mar y que en ese momento se me antojaba un olor placentero. Pensé en cuál sería el siguiente paso que daría en mi nueva vida.
      Buscar a mis iguales
¿Cómo?  ¿Dónde?
      Un jugador los buscará en el casino. Un putero en un burdel. Un deportista en el gimnasio. Un lector empedernido debe buscarlos en la biblioteca. Y hacia allí me dirigí.

Me he apuntado a un club de lectura 1; Underground Memoirs


      Llevo desde los catorce años leyendo sin parar, casi todo lo que cae en mis manos. A rachas me ha pegado por la novela underground, después por el ensayo sociológico y la filosofía, historia... Estuve un par de años sin leer narrativa porque no me interesaba; podía pasar un buen rato con ella, pero lo que buscaba en esa época era aprender. Leer a gente que había pasado toda una vida estudiando una materia y luego me la ponía ahí delante, expresada con palabras que yo podía entender.
      En verdad – ahora lo sé – lo que pretendía era diferenciarme del resto. Ser más que mis compañeros de clase. Poder expresarme con palabras que ellos no entendían y hablar de temas mucho más profundos que sus banales conversaciones de instituto.
      Siempre me había sentido diferente de mis iguales, y eso me había molestado durante mi infancia y primera adolescencia. ¡Sólo quería ser igual al el resto! Me esforzaba en hacer las mismas cosas que hacían los demás, en grupo. Empecé a salir con ellos a las discotecas. Todos disfrutaban frenéticamente con el baile y los estímulos del sexo opuesto. Todos menos yo. Traté de meterme en una tribu urbana y me junté con un grupo de raperos. Me vestía como ellos, escuchaba la misma música y fumaba los porros en el patio trasero de golosilandia. Eso es lo que hacen los chavales con necesidad de pertenecer a algo, de integrarse en un grupo. Pero en mi caso fue inútil. Me sentía estúpido y ridículo vistiendo igual que lo hacían todos los demás. Y la música rap... Por más que me esforzaba no lograba que me gustase. Supongo que mis pandilleros también se dieron cuenta de eso y así la ruptura no fue dramática. Nos separamos de mutuo acuerdo.
      Después de eso decidí aplicar la estrategia contraria. Si era diferente del resto, iba a diferenciarme pero de verdad, por arriba y no por abajo. Excluyéndoles yo a ellos en lugar de que el grupo me excluyese a mí. Y me refugié en la lectura y el conocimiento. No buscaba aprender lo que casi todo el mundo sabía, porque eso no tendría mérito. Yo buscaba aprender las cosas más extrañas, secretas, subterráneas. Poder hablar de escritores, de músicos, de culturas o de religiones que casi nadie conocía. Y así me fui quedando cada vez más aislado con mis gustos, que se iban formando de una manera tan solitaria, ecléctica y anormal que me iba siendo cada vez más difícil compartir con nadie. Sabía cosas que la mayoría ignoraba, y por contra tenía – y tengo – serias carencias respecto a lo que se suele denominar "cultura general".
Leí tanto, y de una manera tan poco estructurada que mi cabeza se llenó de ideas y conocimientos que no pude organizar adecuadamente. Metí la ropa interior en el horno, las pastillas para el dolor de cabeza en el buzón, cada CD de mi colección en la caja de otro, y muchos de ellos, cuando iba a buscarlos me encontraba con la funda vacía, o estaban tan rallados que enloquecía tratando de escucharlos. Todo mezclado. Nada en el lugar que le correspondía. Habitación desordenada. Desorden emocional.

      Y volví a la novela.

      En este momento estoy en una etapa extraña de mi vida. Desorientado. Solo. He perdido casi todo lo que tuve, incluso a mis amigos y a mi familia, que pensé que nunca podrían llegar a apartarse de mí. Aunque lo correcto sería decir que yo los he expulsado de mi lado. Golpe tras golpe acabas hundiendo a cualquiera. No puedo culparles por querer protegerse de mí. Ahora no sé quién soy. Me siento un animalejo incapaz de sociabilizarme, un pusilánime, un viejo que espera el final de su vida, un psicópata peligroso, hipocondríaco y carente de empatía.
       Algunas mañanas me despierto con una energía extraña, que no sé de dónde ha salido pero que me hace levantarme de la cama de un salto. Y me siento grande, fuerte, poderoso. Un genio, tocado por los dioses y llamado a hacer cosas importantes en mi vida. Algo por lo que seré recordado. Esa sensación me dura hasta la hora de comer. Después... Caigo de nuevo en el sopor, me doy cuenta de que para hacer algo grande hay que tener talento y yo carezco casi completamente de ello. Y entonces descorcho la primera botella de vino. Me lío el primer canuto de hierba. Y me precipito, en caída libre, hasta lo más bajo de mí mismo. Quiero dormir, solo eso. Soñar. Pensar en todas las cosas que haría. Soy un hombre de acción, un general, un atracador de bancos, un genial estratega. Pero solo en mi imaginación. Estoy colocado, y por eso, aunque sé que mi vida se va inutilmente, que mi potencial quedará anulado por mi indolencia, no me importa. 
Es lo que tiene el alcohol y la maría. Que cuando estás con ellos nada importa.

viernes, 18 de marzo de 2011

LA ONU DECIDE INVADIR LIBIA. LUZ VERDE AL SAQUEO

      En el día de hoy hemos sabido que el consejo de seguridad de la ONU ha decidido emprender acciones armadas en Libia. El eufemismo que utilizan en este caso es imponer una zona de exclusión aérea sobre Libia para proteger a la población civil. Eso significa bombardear el país árabe hasta destruir todos sus sistemas de defensa antiaérea y radares, y luego sobrevolar el cielo libio para evitar que lo hagan los aviones de Gadafi. Osea, que de exclusión aerea nada de nada. Se puede volar, pero solo quienes nosotros digamos.

      Recluído en mi pequeña guarida mallorquina, y sin más información que la que proporcionan los medios de comunicación sumada a mi espíritu crítico, me vienen a la cabeza un par de cosillas. Y es que no me fío un pelo ni de los yanquis que ya llevan un par de semanas con tropas desplegadas en el Mediterraneo, ni de los intereses humanitarios de las Naciones Unidas, la OTAN y la Liga Arabe (permanentes lacayos de occidente).

      Desde que empezó la revolución en Libia he estado escuchando noticias diciendo que no había información de lo que estaba sucediendo. Todo era muy confuso pero ya se aventuraban a decir que el pueblo se había levantado y que Gadafi estaba acorralado y al borde de la derrota. Eso podría ser cierto. La población no se sentía a gusto con el régimen, pasaban hambre y viendo lo de Egipto, Túnez y otros países árabes, pues se liaron la manta a la cabeza.
      A partir de ese momento la información que daban las agencias de noticias internacionales (de las que se nutren casi todos los medios españoles) no venía expresada en tiempo presente ("sucede que...", o "está sucediendo que...") como se hace la hablar de un hecho ocurrido, sino que la expresaban en condicional o en prospretérito ("sucedería que..." "estaría sucediendo que...") con lo que la información empezó a basarse en suposiciones. A mi entender nos estaban montando una película basada en hechos reales. La parte real es que hay disidencia en Libia, se han levantado contra Gadafi, y este se defiende y se niega a entragar el poder. A partir de ahí nos han estado contando una historia que puede no tener mucho que ver con la realidad.
      Después de que los rebeldes tomaran supuestamente la mitad del país bajo su control, y que Gadafi, desesperado, empezara a bombardear y a utilizar armas químicas contra manifestantes desarmados y población civil, las potencias occidentales decidieron no intervenir. En los días siguientes las tropas fieles al dictador comenzaron a reconquistar pueblos y ciudades (y supuestamente pasando a cuchillo a los rebeldes capturados) hasta casi poner cerco a Bengasi, la última ciudad rebelde. Es decir, que la rebelión ha sido sofocada y los rebeldes están a punto de rendirse. Gadafi ya ha decidido dejar de bombardear (en el caso de que lo estuviera haciendo) básicamente porque ha vencido. Si las ciudades están bajo su control es inútil bombardearlas. Sólo queda una, y recuperarla es cuestión de horas o días.

      Y ahora es cuando llegan los paladines de la libertad, los enviados por el arcángel San Gabriel para ayudar al sufrido pueblo Libio. ¡Con todos los medios que sean necesarios!- Dicen los portavoces de la ONU y la OTAN-. ¡Hay que intervenir en cuestión de horas!- Dice el portavoz francés-. Y lo harán. Van a invadir Libia. Y no para liberarla sino para controlarla. No olvidemos que el petroleo está muy caro.

      Ahora digo yo. ¿Por qué no ayudaron a los rebeldes cuando supuestamente tenían medio país en sus manos y el ejército de Gadafi desertaba para pasarse a las filas de la revolución? En ese momento habría bastado un pequeño empujón para que el pueblo libio se hiciera con el control del país y Gadafi saliese tarifando.  No lo hicieron. Esperaron a que los rebeldes estuvieran arrinconados y casi derrotados. Digo casi porque de alguna manera tienen que justificar que intervienen para ayudar a la rebelión. Tiene que seguir viva aunque moribunda. Si han esperado tanto es para garantizar que son ellos los que expulsan a Gadafi, y no el pueblo libio. Por lo tanto serán ellos quienes "supervisen" la transición libia y la legitimidad de las futuras elecciones democráticas. No se irán de Libia hasta garantizar un gobierno "democrático" pro occidental que no de problemas, tenga al pueblo controlado y garantice el suministro de materias primas, que al fin y al cabo es lo que importa a toda ésta manga de cabrones.

      Si los rebeldes libios lo hubieran conseguido ellos sólos, no habrían permitido interferencias extranjeras posteriores. Pero si están al borde de la derrota y son los extranjeros quienes les liberan... Ahí la cosa cambia. Les van a deber algo, y tendrán que devolverlo con intereses.
Hoy sale en la prensa una foto de rebeldes celebrando la decisión de la ONU de intervenir. Es natural que se alegren, porque en ello ven su última esperanza de victoria. Pero tal vez en el futuro comprobarán que han cambiado simplemente a un tirano por otro.

sábado, 12 de marzo de 2011

Viaje por el mundo árabe, viaje al pasado de USA

      Yo no os puedo decir qué está pasando realmente en Libia, ni en Egipto, ni en Túnez. No tengo la menor duda de que algo está estremeciendo a las sociedades del mundo árabe, pero sería aventurarme demasiado querer conocer la verdad.
      Los medios de comunicación en cambio tienen una versión clara y homogénea al respecto. Nos dicen que los pueblos se han cansado ya de sus dictadores y gracias a Facebook y a Tweeter se han organizado para expulsarles. Y el mundo lo aplaude. ¡VIVA LA DEMOCRACIA! ¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA FACEBOOK!  USA y la UE no han querido intervenir militarmente (al menos de forma oficial), y hoy condenan a los mismos tiranos a los que hace unos meses invitaban a cenar y se fotografiaban con ellos amistosamente. La ministra de defensa española (la Chacón) hizo unas declaraciones diciendo que tal vez nuestro gobierno, así como la UE, se había equivocado al ser demasiado indulgente con algunos presidentes (refiriendose en ese caso a Mubarak). Y yo me parto el culo de risa. Miro a mi alrededor esperando que la gente esté tirada por el suelo descojonándose de la puta ministra. Pero no es así. Parece que muchos se lo están creyendo. ¿¿CÓMO?? Han esperado hasta que los presidentes estaban acabados para retirarles su apoyo. ¿Por qué no se plantea la ministra si no estará siendo demasiado indulgente también con otros presidentes y regímenes a los que todavía no se ha expulsado de su sitio? Estoy pensando en Colombia y en Mexico, pero podemos hacer una lista mucho más larga.
      En estos días toca Libia. Lo intentaron con Irán pero no ha debido funcionarles ya que han dejado de hablar de ello. Sí, ahora toca Libia. Nos dicen que no se sabe bien qué sucede pero que al parecer Gadafi bombardea a la población civil que se manifiesta pacíficamente. Que hay rebeldes armados que toman ciudades. Y que el ejército retira su apoyo al dictador pero que éste aún podría tener fuerzas leales suficientes para hacer una contraofensiva. ¡Podría estar empleando armas químicas contra población civil!... Y mientras tanto el petroleo sube, y el litro de gasolina se pone a 1,33 euros y subiendo. ¿"Tendremos" que intervenir?

      Para poder entender un poco más el presente conviene mirar al pasado. Por eso os quiero recomendar un libro de Howard Zinn llamado "Una Historia Popular del Imperio Americano". En concreto la versión en cómic que se ha publicado junto a Mike Konopacki y Paul Buhle.
El libro se publicó en los años 80 por el historiador Howard Zinn con el objetivo de proporcionar a la población norteamericana una versión de la historia al margen de la oficial. En los libros de historia de las universidades norteamericanas no se podía encontrar nada que hablase las luchas sindicales de los mineros americanos y cómo fueron aplastadas a sangre y fuego por el ejército. En ese momento Zinn pensó que alguien tenía que escribir la otra historia. La oscura y tenebrosa. La que ayudase a los comedores de fast food a salir de la ignorancia.
Recomiendo en éste caso el cómic porque puede leerse en dos tardes (cuando empiezas a leerlo no quieres parar) y tomar una visión global de lo que han sido las intervenciones de EEUU dentro y fuera de sus fronteras. Se puede ver de una forma clara y documentada cómo todas las intervenciones de los marines en el extranjero se vendieron a la población con excusas falsas. Los medios de comunicación y el gobierno daban una versión ficticia sobre los hechos, la población mayoritariamente se la creía y apoyaban la invasión. Cuando lo que había detrás era siempre lo mismo. Defender los intereses de la élite dominante; la empresas multinacionales.
      Saber cómo se manejan los gobiernos. Entender que la prensa puede estar mintiendonos descaradamente y que las causas de fondo pueden ser muy diferentes de las que nos venden, nos ayudará, si no a conocer lo que pasa realmente en el mundo, sí al menos a ser un poco más inmunes a la manipulación.
Consigan el libro, leanlo e indignense. Es la humilde recomendación de La Chabola Errante.